Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. Mateo 25:44-46
Muchas veces he escuchado cuando alguien pide la bendición por los alimentos, que agrega: “Señor, llévale alimento a los que nada tienen, provee para ellos en este momento, ve a la casa de la viuda, huérfanos”, etc.
Y siempre me he imaginado a Dios preguntándose, “¿Qué piensan que soy yo, el niño de los mandados?, llévale, provee, ayúdalos, Si yo los bendigo a ustedes, es para que ustedes les lleven a ellos, quiero que compartan lo que tienen, me mandan y mi, cuando yo los he enviado a ustedes”.
Por esto amado si quieres cumplir con el verdadero evangelio, no pienses egoístamente y quieras tranquilizar tu conciencia solo orando, también hay que ir, abrir la puerta, dejar al hermano entrar.
Hay algunos grupos hoy saliendo a altas horas de la noche y bajo los puentes o calles dan café, un sándwich o galletas y otras muestras de afecto, junto con la palabra de Dios a los pobres, borrachos, prostitutas, drogadictos, necesitados en general. Mientras que hay una iglesia que duerme y solo piensa en estar protegida, buscando el descanso y la comodidad.
Si nos imagináramos que Jesús estuviera corporalmente otra vez en la tierra, ¿Adónde crees que estaría? ¿En qué ciudad, país o continente? ¿En las grandes iglesias o las pequeñas? ¿Dentro de un templo o afuera?
¿Qué estaría haciendo? ¿juntando el dinero o repartiéndolo? ¿Alimentándose en banquetes lujosos o alimentando a otros?
Bueno, si realmente quisiéramos ser como Jesús el hijo de Dios, deberíamos estar haciendo lo que a Él le agrada. Muchos dicen que quieren morir por Cristo y ni siquiera están viviendo para Él.
Una vez un crítico sugirió a la madre Teresa, que para terminar con la pobreza sería mejor si enseñara a pescar en vez de dar el pescado. Ella respondió: “Las personas que yo ayudo no se valen por sí mismas, no se pueden parar. No pueden sostener la caña. Yo les daré el alimento mientras pueda y cuando estén bien se los enviaré a usted para que usted les enseñe a pescar”.
En una oportunidad, me encontraba buscando un albergue para los hermanos que Dios nos había dado. Recuerdo que caminando por la ciudad entré a un templo día domingo (ya que no teníamos un lugar para realizar los servicios, hacíamos las reuniones en un parque).
Entrando por ese templo me acerqué a un afiche muy grande y allí una invitación a donar dinero para enviar a África y así ayudar a mitigar el hambre y la pobreza.
En aquél afiche había una foto de una mujer cargando en sus brazos a su hijita, quedando en evidencia la gran necesidad que tenían.
Cuando pasé al lugar, estaban en reunión y me senté en una banca. Inmediatamente cuando yo hice esto, las personas que estaban cerca, comenzaron a moverse hacia otros lugares, dejándome solo en ese lugar. Me sentí muy triste por ellos.
Mientras se desarrollaba la reunión el pastor invitó a todos a ofrendar por la causa en África y luego dio término a la reunión.
Al salir el pastor se acercó a mí y me preguntó si era nuevo en el área y le conté cual era mi propósito de estar allí, a lo cual me dijo: “Esta congregación de hermanos son muy selectos y ellos no están acostumbrados a recibir negros ni hispanos”
Al agradecerle por el tiempo prestado y su saludo, al salir vimos el afiche que estaba cerca y le pregunté ¿Qué significa esto? Y él con mucho orgullo me dijo: “Esta es una iglesia que cree en misiones, nosotros siempre enviamos dinero a gente como ellos” (apuntándome la fotografía).
Le dije: pastor ustedes están muy dispuestos a dar amor de lejos, ¿Qué pasaría si esa mujer con su hijita entrasen a su templo? ¿La ayudarían? o le dirían nosotros queremos ayudarte, pero tienes que irte a África para que recibas nuestra donación.
…Oh pastor le dije, si nuestro buen Dios no nos hubiese enviado a su hijo Cristo, si Él no se hubiese acercado a nosotros, estaríamos en serios problemas, más él no solo se acercó a nosotros, sino que también nos tocó con su mano santa y bendita, sin importarle nuestra raza, color o enfermedad, nos cargó en sus brazos y nos dio de su amor.
Pastor el verdadero amor no se brinda de lejos, sino de cerca.
El pastor me abrazo y me dijo, “espero que encuentre un albergue para sus hermanos”
Dios nos quebrante, Dios nos levante, Dios nos sensibilice.
Isaías 61:1
P. david fuentes