Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Efesios 5:1-2
Hace unos años, en las Olimpiadas Especiales en Seattle, Washington, había nueve corredores de la carrera de 100 metros en la línea de inicio. Cada uno tenía una incapacidad física o mental. Cuando dispararon la pistola, todos empezaron a correr. No todos con la misma rapidez, pero con ganas de terminar y ganar. Todos menos un muchacho que se tropezó en el asfalto, cayó y dio vueltas un par de veces y empezó a llorar. Los otros ocho escucharon el llanto de este joven. De repente los ocho empezaron a reducir su velocidad y todos echaron un vistazo para atrás. Todos juntos dieron la media vuelta y regresaron para ayudarle. ¡Cada uno regresó! Una joven con el síndrome Down se hincó y besó al muchacho y le dijo, “Esto hará que te sientas mejor.” Los nueve le tomaron el uno al otro con los brazos y caminaron juntos hasta cruzar la meta. Que hermoso ejemplo de la bondad de aquellos jovenes.
La Bondad: Bon=bueno Dad=dar “Dar lo bueno” del vocablo bonitas que es fruto de la suma del término bonus, que se puede traducir como “bueno”, y del sufijo –tat que equivale a “cualidad”. Bondad es la cualidad de bueno, un adjetivo que hace referencia a lo útil, agradable, apetecible, gustoso o divertido. Una persona con bondad, por lo tanto, tiene una inclinación natural a hacer el bien.
Lo opuesto: carecer de bondad, mezquino, egoísta, ver al resto de personas como enemigos, desconfiado, rencoroso, insensible y se decanta más por el odio que por fomentar la amistad.
Ser bondadosos o misericordiosos es “La misión” de nuestra fe. Dios en Su deseo de hacernos bien proporcionó la salvación a través de Su hijo Jesucristo. Y como cristianos nuestro deber y servicio es mostrar de su bondad al prójimo.
El problema usualmente radica en no entender bien lo que debemos de hacer como embajadores de Dios en esta tierra, dar lo bueno pero no de lo bueno que tengo sino de lo que soy. La bondad viene de adentro, del espíritu, y no de afuera o de lo que poseo. La flor le da aroma a todo el que pasa. Esa es su esencia. No escoge ni discrimina.
En el hombre exterior (alma) es donde funcionan nuestros pensamientos, emociones y voluntad, si este no es dominado o guiado o influenciado por el hombre interior en conjunto con el Espíritu Santo, no seremos usados para hacer el bien, sino para vivir egoístamente lejos de la esencia de Dios en nosotros.
La obra gloriosa del Espíritu Santo tiene también un propósito, quebrar nuestro hombre exterior para que el hombre interior pueda hallar salida y ser de bendición.
Si el vaso de alabastro no es quebrado, el nardo puro no fluirá. Juan 12:3
Que fácil y barato es un saludo, una mirada, una sonrisa, un abrazo, pero cuanto nos cuesta hacerlo. En nuestras culturas cada vez hay más frialdad, distancia e insensibilidad. Los hombres sin Dios viven y se rigen por las normas que les impone el mundo, pero los hijos de Dios deberían hacer la diferencia, no importando quienes sean o de donde vienen las personas. Nuestro prójimo debe ver en nosotros la bondad misma de Dios.
Muchas veces esperamos la bondad de otros, nos sentimos muy mal cuando alguien nos atiende bruscamente, y cuando esto nos sucede ¿Respondemos de la misma forma? ¿Hacemos lo mismo con otros, cuando desaprobamos esto?
Nunca cambiaremos nuestro mundo si no hacemos o vivimos de acuerdo al marco Divino, que es totalmente distinto.
Consejos de la palabra de Dios: Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. Tened el mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No digas: Como él me ha hecho, así le haré; pagaré al hombre según su obra.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros. Filipenses 4:8-9
Cuidémonos de las apariencias de piedad o bondad, algunas personas se preocupan más en aparentar ser bondadosas para recibir elogios o ganar adeptos, que en hacer realmente el bien a otros.
Dios nos dirija y demos un vuelco total a nuestra vida desabrida y hacer una protesta no a otros sino a nosotros mismos, para dejar de lado el egoísmo y afinar las cuerdas de amor para bendecir al que Dios quiere darse a conocer a través de nosotros como instrumentos en sus manos; debemos dar amor al extranjero y ser imitadores de Aquél maestro, que no tuvo ningún atisbo de duda en tocar a los enfermos, comer en casa de pecadores y pedir misericordia por los que le mataron, y que aún hoy quiere seguir repartiendo de su bondad usándonos a nosotros como vasos de barro en sus manos.
¿Será muy difícil lo que Dios nos está pidiendo?
Los criados dijeron al general que se volvía a su tierra enojado. Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 2 Reyes 5:13. La sola obediencia a la orden tan simple del profeta, hizo que este hombre experimentara una gran sanidad.
Lo que Dios pide de ti es algo tan simple “SÉ BONDADOSO”
¿No quisieras experimentar la bendición que traería a nuestro mundo, si tomamos este consejo como una forma de vida?
Levanta tu cabeza del mundo en que vives, hoy las calles sin niños indican que la tecnología les está robando la comunicación y esparcimiento. No permitas que el adversario te siga robando de compartir con tus hermanos y ser de bendición también para los desconocidos.
Sal de tu casa, disfruta con tus hijos y hermanos, ama a tu prójimo, sé de bendición donde quiera que vayas.
Les invito a que intentemos hacer estas cosas, dejemos salir la bondad, que tengo la absoluta certeza que hay en cada uno de nosotros.
Pastor David Fuentes
WS-NC