Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Efesios 4:29
¿Cómo podríamos controlarnos para que nuestras palabras sean agradables delante de Dios?
… las palabras son como el magma en el interior del corazón, se acumulan en las cámaras de la mente, y cuando la presión comienza a aumentar, hasta que llega a ser tan fuerte que necesitan salir; se enciende internamente la razón humana, el intelecto y el enojo hasta llegar a mezclarse con los sentimientos para abrirse paso por los conductos del cerebro a través de las cuerdas bucales y así hasta la superficie , en donde se produce la erupción de palabras y……. ¡¡¡ya es tarde!!!, …se dijo lo que debió ser guardado y sometido por el dominio propio a la cámara de las meditaciones, para su reiterado análisis hasta tratar de encontrar si hay algo bueno o no antes de desecharlo o llegar a hacer un controlado comentario de aquello.
No se trata de crear una generación poco expresiva pues no faltará el comentarista, periodista, informador, articulista, acusador, censor, fiscal, juzgador, delicado, grave, decisivo, clave, crucial que tome este consejo por conductos opuestos contrariamente al objetivo en sí del consejo.
Sino solo de cuidarnos antes de hablar o escribir, ya que ambas cosas dan testimonio de la obra que hay en nosotros. Como también debemos de identificar las situaciones de acometividad o incitación de las semillas sembradas por el mal, para dar a conocer lo frágiles que somos ante situaciones que nos hacen reaccionar y mostrar quien realmente está dominando en nuestro interior.
Si en cualquier lugar donde nos encontremos se hablaran cosas que conlleven al doble sentido o con algún ingenuo y agudo espíritu alguien tratara de llamar la atención dominando el ambiente con un humor insano, o si se empleara un lenguaje vulgar, lo mejor como hijos de Dios, sería quedarnos callados para no dar la impresión de que aprobamos lo que se está diciendo Efesios 5:3. El salmista escribió: “Pondré un bozal, sí, como guardia para mi propia boca, mientras esté alguien inicuo enfrente de mí” Salmo 39:1
En relación a muchos acontecimientos de la vida diaria es mejor poner freno a nuestra lengua, …si el hablar es plata, callar es el oro. Proverbios 17:28
Cuando la imaginación, que es la facultad de la mente de representar las imágenes de las cosas reales o ideales, es alimentada con el intelecto influenciado por las tantas y variadas formas de pensar del mundo actual abiertamente reñidas con las escrituras, tenemos una tendencia a reaccionar y enviar las informaciones a nuestra mente tomando una postura de defensa muchas veces de lo contrario a nuestra fe, abanderándonos en una frenética lucha por los acontecimientos terrenales, sin darnos cuenta que es solo la obra del engañador reclutando marionetas, para muchas veces ridiculizar el evangelio. Pero debería también existir un camino alternativo, una opción diferente.
Un análisis diferente y una reacción diferente para dar lugar a un comentario diferente, solamente lo puede hacer alguien con la obra del Espíritu Santo en su vida, ya que solo el Espíritu Santo puede impeler conscientemente en el corazón, mente y alma del hombre, en busca de una reacción que sin lugar a dudas será muy inusual en un mundo egocentrista.
El cristiano que no tiene el sólido fundamento de Dios, tiende a ocuparse y enredarse apresuradamente en los negocios de esta tierra, además siempre poseerá una conciencia débil y un continuo cosquilleo a opinar de algo que no debe. El que tiene refrenados sus labios está actuando discretamente, y también el hombre de discernimiento amplio es uno que guarda silencio.
También en el buen sentido, puedo acotar que aunque el silencio puede ser muy beneficioso, también hay un “tiempo de hablar” Eclesiastés 3:7. En nuestros días, muchos están predicando las buenas nuevas de salvación en toda la tierra habitada, (Mateo 24:14) dando a conocer de la gran necesidad de un salvador en medio de un veredicto irrevocable de la destitución del hombre de disfrutar de la gloria de Dios por causa del pecado y en la maravillosa provisión a través de la dadiva de Dios. Romanos 3:23; 6:23. Sin lugar a dudas respecto a esto hay mucho que decir.
Si hay algo que realmente debe irrumpir con toda su fuerza desde lo profundo de nuestro corazón a través de la inspiración divina, es el anuncio glorioso del evangelio eterno. 1 Timoteo 4:12-13
P. DF