«Me temo que en medio de sus ocupaciones, ustedes terminen por endurecerse al punto de que ni aun sientan el dolor por ya no experimentar el amor de Dios. Sean prudentes y sepan dejar de lado por un tiempo sus múltiples ocupaciones si no quieren que ellas los absorban por entero y los lleven adonde no quieren ir. –¿Adónde?, tal vez me preguntarán. – Y yo les responderé: Al endurecimiento del corazón. Ese endurecimiento es un abismo en el cual uno se halla sumergido tan pronto como uno ya no le tiene miedo. Es un corazón cerrado al temor de Dios y a la compasión hacia los hombres. Consumirse en su actividad sólo sirve para atormentar la mente, agotar el corazón y hacer perder la conciencia de la gracia de Dios» (escrito en el siglo XII).
Este texto que tiene más de ocho siglos guarda una sorprendente actualidad.
Nada endurece tanto el corazón como un alejamiento de la comunión con Dios, la oración no puede ser una opción sino un estilo de vida.
Tu peor batalla es entre lo que sabes y lo que sientes, por esto dice el Espíritu Santo: SI OIS HOY SU VOZ, NO ENDUREZCAIS VUESTROS CORAZONES. Hebreos 3:7-8
La vida del hombre se envejece con el paso de los años, así mismo el corazón, se endurece al paso de los daños.
Los problemas van endureciendo nuestro corazón y cada vez nos trasforma en personas mas insensibles, Hollywood y la mayoría del mundo cinematográfico, nos lanza un mensaje, para que las nuevas generaciones sean insensibles, “Painless”; ante el dolor humano, el aborto, las guerras, la muerte y por consiguiente nos transforma en maquinas que no sienten sino solamente actuan tratando de mostrar que la superioridad está en el que sabe mas o tiene mas.
La dureza del corazón no es un tema menor, hay debates hoy en día en las iglesias en relación a esto, ya no se invita a ser sencibles a la voz del Espíritu, a atender al necesitado o sentir aflicción por los pobres, muchas veces las buenas acciones son solo actos de bondad pero totalmente vacios de ella, por cumplir se hacen muchas cosas, para que los hombres vean nuestras buenas obras, pero no por una actitud de un corazón sensible.
Hay momentos en donde realmente necesitamos que nuestro espíritu se sensibilice delante de Dios y es que no vamos a negar que hay momentos en donde pareciera que nuestro espíritu, nuestro corazón y todo nuestro ser está endurecido por alguna razón.
Y es que a veces la falta de una comunión diaria con Dios puede ocasionar la perdida de sensibilidad espiritual que mucho tiene que ver con la humildad, puesto que entre más humildes seamos más fácilmente podremos ser sensibles a Dios.
Hay personas que dicen no sentir la presencia de Dios como la sentían antes, personas que confiesan que en el camino algo ocurrió y que aquella sensibilidad de la que antes gozaban desapareció. Y es que la sensibilidad espiritual es algo que nunca debe faltar en un hijo de Dios porque es la forma de cómo nuestro espíritu se comunica con Dios y nuestra fe crece.
Nuestros jóvenes hoy, no rechazan a Dios, ya que han escuchado de su existencia desde que nacieron. El problema está en que no sienten la curiosidad o el deseo de explorar mas allá de lo que han conocido. De allí el problema de su independencia del mismo. Y además nada les ayuda cuando estos mismos no encuentran referentes que les den un ejemplo de lo que es caminar con Dios.
Hoy quiero invitarte a reflexionar en tu caminar, en los pasos que estás dando. ¿Sientes que Dios está en tu corazón? ¿Sientes Su presencia continua?
No todo es tan malo a tu alrededor, el problema es que sin los lentes de un corazón tierno, todo lo verás mal.
Amado, el corazón que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, es un corazón conforme al corazón de Dios. No pagues con mal a nadie, por los errores de otros, que no se enfrie tu amor, sé fiel al que murió por ti y oye su voz.
Deja que Jesucristo cure las heridas de tu corazón y para que vuelva a sentir.
“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”
Jeremías 6:16