Difamar: tr. Desacreditar [a una(s) persona(s)] diciendo cosas contra su buena opinión y fama.
Viene del Hebreo Kjaráf=desnudar, el que expone tus vergüenzas, blasfemar, desafiar, vituperar.
El difamador es aquel que expone tus secretos públicamente, es aquel que revela tu desnudez, es la persona en la que has confiado y te ha expuesto delante de todos, es aquel que grita y señala tus errores, los exagera de gran manera a fin de opacar todo lo bueno que Cristo ha hecho en ti o a través de ti.
La biblia nos manda como hijos de Dios que no difamemos a nadie, sino que seamos amables, benignos, no contenciosos.
“… Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.” Tito 3:1-2
Primeramente en la exposición del evangelio:
Existen algunos que fácilmente se abanderan con algún exponente del “evangelio”, el cual de forma drástica habla de otros predicadores, pastores o evangelistas. En los medios de comunicación se insultan unos a otros, hablando desmedidamente frente a quien les escuche, verdaderas guerras de palabras, lamentablemente hay algunos que no analizan esto de la manera que Dios nos enseña, sino que lo aprueban, y hasta lo atribuyen al Espíritu Santo, llenando (según ellos)de fuego sus vidas, la pregunta es ¿Qué tipo de fuego? ¿El que enciende a las masas respecto a temas políticos? ¿El que hace gritar amen, en base al desprestigio de otra persona? ¿El que se identifica con un lenguaje bajo, vulgar para dar a conocer el evangelio Santo? ¿Quedó algo de Dios en el corazón después de esa euforia? ¿Hubo un cambio después de haber escuchado lo que dijo tal o cual predicador en su análisis de su hermano o consiervo?
¡No!, solo queda en la memoria, la admiración, “el nombre” de aquella persona que habló, y como impactó su corazón, “su corazón” que le gusta el choque, el evangelio confrontacional, le gustan los gritos y las palabras duras, y salen expresiones como…amen!!! así se habla, dale no mas Señor, etc.
Algunas veces se admira la valentía de estos predicadores, ya que están revelando los engaños que hay.
Pero, ¿Dónde está la esencia del evangelio de la gracia? ¿Quién habla de Jesús, de su obra, de su sacrificio? ¿Quién enseña de la dependencia del Espíritu Santo? ¿Quién habla del quebrantamiento, la entrega, el sacrificio, la oración el ayuno?
Jesús nunca se valió de escandalosas declaraciones para predicar. El habló del Espíritu Santo, del amor, de las bienaventuranzas, del perdón, del amor del Padre. Juan el Bautista predicó del arrepentimiento, Pedro predicó de la conversión a Cristo y de la obra del Espíritu Santo, Pablo predicó de Cristo y de su cruz, Juan el mensaje del amor, etc.
El evangelio no necesita de otras cosas para hacerlo mas interesante. El evangelio es suficiente. El amor de Dios no necesita ayuda para explicarlo en base a los malos pasos que otros dan. Dios en su amor dio la vida de su hijo Cristo en sacrificio perfecto, para rescatar al hombre de la condenación. ¡Ese debe ser el mensaje primordial!
Hoy en muchos lugares existe la envidia, los celos amargos, las contiendas, la desconfianza, y se ha perdido el gozo, la alegría en las familias, iglesias enteras divididas, una sociedad que culturalmente se ha inclinado a la práctica de la murmuración.
En la Iglesia:
Oh, si en este momento examinamos a nuestro alrededor, específicamente en la iglesia, cuantos hay que están siendo carcomidos por la envidia, hasta en lo espiritual, como a José, si Dios revela o usa alguno de sus hijos, si a algún pastor o iglesia es honrada con crecimiento espiritual, si Dios levanta a algún predicador o alguna hermana canta mejor, si vamos a este o aquel lugar a evangelizar, etc. Hasta en ese ámbito hay celos, la gente se esfuerza de una u otra manera haciendo todo lo que esté a su alcance para desprestigiar, atacar, maldecir, destruir a aquellos que ellos mismos han puesto en la mira de la envidia y muchos de estos terminan sus días llenos de rencor, odio, resentimiento y amargura.
Cuanta ira había en el corazón de Amán, nada podía valorar de la bendición que tenía, porque se había puesto una raíz de amargura en su corazón en contra de Mardoqueo. Ester 3:5
Así trabaja nuestro enemigo, poniendo tristeza en muchos de sus hijos, no valorando las bendiciones que tienen sino solo distraídos por aquellos que posiblemente han sido puestos por Dios para moldear sus propias vidas.
Es nuestra responsabilidad cuidar del ambiente en el cual nos desarrollamos.
La difamación y la calumnia, no solo afectan o pueden afectar a las personas sino también a las instituciones y sociedades. Si se cuenta un “Chisme”, como vulgarmente se dice, sobre una determinada sociedad, estamos robándole a esta sociedad su buen nombre y hacer, lo cual repercute en los resultados del trabajo que esta está ejerciendo y ocupa el tiempo (o lo pierde) en los objetivos por los cuales debe su existencia. El mundo se vale del desprestigio para hacer surgir lo suyo, para vender más productos, y que la competencia disminuya. ¿Optará la iglesia por la misma política, contra si misma?
Si el crecimiento de la iglesia en su calidad, se ha estancado y ya no hay muchos hombres y mujeres esforzados, comprometidos y llenos del Espíritu Santo, sea porque no nos hemos medido y hemos descuidado el consejo divino. Si hemos dejado que a nuestros oídos llegue cualquier comentario barato del que decididamente camina bajo rebeldía, y movido por el odio y egoísmo quiere llevar a los débiles a través de estas artimañas a imponer su autoridad. Si damos crédito a lo que escuchamos sin obedecer a la palabra de Dios en: Levítico 19:17; Deuteronomio 19:15; Proverbios 25:9; Mateo 18:15-17 …es tiempo de levantarnos en oración y reprender estas prácticas viciadas que desacreditan profundamente la iglesia de Jesucristo, comprada a precio de sangre. Muchos hay que lo han dado todo por este glorioso evangelio y tienen que terminar sus días humillados y aislados, marcados por la difamación, la cual sin misericordia se ha encargado de sepultar en vida todo su trabajo.
“En el hablar hay que ser muy recatado, honesto, irreprensible, en el día del juicio han de dar cuenta los hombres de toda palabra ociosa. Hay que huir también de ser duro y mordaz en las palabras. Y nunca emitir juicio. Lucas 6:37 Abomina el vicio de la murmuración y la maledicencia”.
¿Acaso la palabra de Dios dice…
¿Entre tanto que voy, ocúpate en la calumnia, la difamación y la murmuración?
¡No! revisemos en que quiere Dios que gastemos nuestro tiempo:
Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. I Timoteo 4:13 RV 1960
2 Timoteo 2:15; Filipenses 2:12; Hebreos 12:15; Santiago 3
Hay una historia de un joven que va donde su maestro y le comenta:
—Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…
—¡Espera! —lo interrumpe su maestro— ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
—¿Las tres rejas?
—Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
—No. Lo oí comentar a unos vecinos.
—Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?
—No, en realidad, no. Al contrario…
—¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
—A decir verdad, no.
—Entonces —dijo el sabio sonriendo— si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, es mejor que lo sepultemos en el olvido.
¡Si solo en vez de hacer lo que el adversario quiere que hagamos, ocupando el tiempo en pensar mal de nuestro prójimo, en Juzgar, en buscar los errores de los demás, en escuchar mensajes que desacreditan a otros…
¿Ocuparemos el tiempo atendiendo las necesidades de los perdidos que no conocen la grandeza del inmensurable amor de Dios? ¡Veríamos un gran cambio en nuestras congregaciones!… y sería mucho mas delicioso servir a Dios desde toda perspectiva.
¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es, Habitar los hermanos juntos en armonía! Salmo 133:1
Tenemos hoy un grupo bastante grande, ocupado en cosas que no conllevan a la salvación, siendo que hay un trabajo en el cual hay que centrar toda nuestra atención, hago un llamado al perdón, a volver a atender lo que Dios nos ha mandado a hacer, a retomar nuestro puesto, a volver a disponernos en las manos del alfarero. A creer en aquel que dice: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Hechos 10:15 Dios tiene poder para perdonar, ¿Quiénes somos nosotros para no hacerlo?
Que el aceite divino llegue a sanar las heridas y todos retomemos el mensaje centrado en la gracia y el amor, y no el falso evangelio de la difamación.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8
Pastor David Fuentes