EVANGELISMO INTEGRAL


 

“El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará”. Daniel 11:32

A través de los años el evangelismo en algunas iglesias se ha concentrado en formas, o quizás algunas formulas, de cómo se debe ganar a personas para Cristo. Entre las formas evangelísticas más aceptadas y practicadas hoy día está el evangelismo masivo, la predicación directa a viva voz y/o persona a persona, el testimonio personal y los grupos hogareños o las células de una iglesia. Estas formas pueden servir en algunos lugares y en algunos tiempos, pero también podrían sufrir cambios dado a la época actual y las diferentes necesidades y adicciones que presenta el mundo moderno. Esto, claro está si buscamos y permitimos que el Espíritu Santo sea el que nos dirija a esos cambios. No estoy defendiendo que la obra social sea lo primordial o solo eso, o descartando la presencia de ella, simplemente extendiéndome al evangelio en toda su dimensión, llevándolo a la vida diaria, la escuela, el trabajo, las amistades, las entretenciones, etc.

En la Biblia encontramos un evangelismo mucho más amplio. Un evangelismo que no se reduce a un testimonio verbal o una invitación formal a una institución religiosa. Allí encontramos un evangelio que transforma a todo el ser humano, al cuerpo, alma y al espíritu. Éste es el evangelismo que practicaba Jesús y que el enseñaba a sus discípulos. Jesús no solamente ofrecía la salvación de los pecados, sino demostraba su amor al hombre ayudándole. ¿Cuáles son ejemplos bíblicos donde vemos el evangelismo integral, la proclamación acompañada de la ayuda y el amor al prójimo? Hay demasiados ejemplos. A Jesús le llevaron el hombre paralítico y Él le mira y reconoce su necesidad espiritual, Jesús le dice “tus pecados te son perdonados”, luego lo levanta y lo hace caminar. Miramos el tiempo de los apóstoles, ahí está el paralítico que está en el pórtico del templo y Pedro y sus amigos lo encuentran. Este pobre le pide una moneda, pero Pedro le dice: “Dinero no tengo, pero lo que tengo te doy, en el nombre de Jesús levántate”. Ese hombre se levantó pero no se fue a su casa, entró en el templo a alabar a Dios. Aquí vemos la obra social juntamente con un encuentro con Cristo. En aquel entonces la ayuda muchas veces tenía que ver con la salud, con la comida, con esas cosas básicas del ser humano, que hoy llamamos la parte social. Del tiempo de los apóstoles tenemos muchos ejemplos; Pablo se queja por ejemplo de que en un juicio le dejaron solo, ¿quién de nosotros le va a acompañar a un hermano a un juicio, para no dejarle solo? O en la cárcel, o cuando Jesús habla del juicio de las naciones donde se va a decir: estuve enfermo, estuve desnudo, estuve en la cárcel no me visitaron. Si leemos la Carta de Santiago nos encontramos con la pregunta ¿de que le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis obras. El texto dice que es imposible tener fe sin obras. La fe y el servicio social van juntos.
Evangelismo es aquella dimensión y actividad de la misión de la Iglesia que, por medio de palabra y acción, y a la luz de unas condiciones particulares y un contexto específico, ofrece a cada persona y comunidad, dondequiera que sea, una oportunidad válida de ser desafiada a una reorientación radical de su vida. Esta reorientación implica aspectos tales como ser liberado de la esclavitud al mundo y sus poderes, abrazar a Cristo como Salvador y Señor, llegar a ser un miembro vivo de su comunidad, la Iglesia, alistarse en su servicio de reconciliación, paz y justicia en la tierra, y estar comprometido con el propósito de Dios de colocar todas las cosas bajo el dominio de Cristo.

El calificativo de la misión o evangelismo “integral”, subraya la importancia de entender a la Iglesia y su misión, no como un proyecto que se limita a algún aspecto de la vida humana (p. ej., la relación con Dios, la predicación del evangelio, el culto), sino como el proyecto de Dios de colocar la totalidad de la creación y de la vida humana bajo su soberanía. Porque la totalidad de la realidad está incluida en el proyecto de Dios, nada que afecta a esa realidad, sea negativa o positivamente, queda excluido en principio de la preocupación cristiana. En otra palabras, cada aspecto de la realidad es un campo de misión, llámese derechos humanos, preservación de la Creación de Dios, mejores condiciones laborales, salud, educación, vivienda, etc. Y no me refiero a activistas defendiendo leyes o ideas contrarias a los gobiernos, sino más bien incluyendo el mensaje del amor de Dios en donde hoy no está.

En segundo lugar, el “evangelismo” es una “actividad y dimensión de la Iglesia” que busca intencionalmente la integración de personas y comunidades al propósito de Dios. En cierto sentido, todo lo que la Iglesia es, hace y dice en conformidad con la voluntad con Dios tiene una dimensión misionera y puede por lo tanto ser usado por Dios para hacer posible que la gente se convierta a Dios “dejando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar del cielo a Jesús” 1Tesalonisenses 1:10.
Hace falta, sin embargo, que el evangelismo sea, por decirlo, asumido como un aspecto esencial, ineludible, de la misión y realizado intencionalmente, con el propósito de servir como el medio que Dios usa para la conversión de la gente a él.

Desde esta perspectiva, el calificativo de la misión como “integral” subraya la importancia de la intención de que todo lo que la Iglesia es, hace y dice sea usado por Dios para la conversión de la gente a él a fin de colaborar con él en su propósito de establecer su soberanía sobre la totalidad de la creación y de la vida humana. Cuando por cualquier razón falta esa intención, se corre el riesgo de que la misión quede inconclusa porque le falta el ingrediente de ofrecer “a cada persona y comunidad, dondequiera que sea, una oportunidad válida de ser desafiada a una reorientación radical de su vida.

Muchas veces nos sentimos incómodos cuando entre los mismos grupos cristianos caen en comparaciones y/o divisiones, “nosotros lo hacemos mejor”; “no lo hacemos como ellos”; “nos están atacando”; “con sus ideas se volvieron al mundo”; “etc.”. Algunos hermanos pasaron de la prioridad a la exclusividad evangelística, a veces mutilando el mismo evangelio y reduciendo la misión de la iglesia a una dimensión unilateral.
Tan baja puede llegar a ser nuestra manera de pensar, existiendo una labor tan amplia de trabajos espirituales y existiendo también tanta necesidad de Dios en un mundo que está cayendo ante la seducción del modernismo, para quitar la divinidad a Cristo, erradicar la fe en Dios e ignorar su palabra.

Pues es allí en donde debemos hacer el alto ordenado por Dios en Jeremías 6:16 y “mirar y preguntar cual sea el buen camino y andar por el para que esta manera no solo nosotros sino también los que nos escuchan, podamos hallar el descanso para nuestras almas.

“El discipulado hacia el Cristo total” comienza con “el compromiso con la voluntad total de Dios manifestada en las Escrituras”

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