LA VERDADERA FELICIDAD

Desde los comienzos del mundo, todos los seres humanos buscamos la felicidad. Yo creo que la mayoría de nosotros nos dejamos influir a diario por lo que pensamos que nos va a hacer felices o nos va a dar gozo, ya sea a nosotros o a los demás. Si de verdad damos lugar a las aspiraciones más profundas de nuestro corazón, nos daremos cuenta de que siempre hay un deseo en nosotros inextinguible de felicidad.
 
Voltaire dijo: “Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”.
Un budista, el Dalai Lama, dijo: “Creo que el verdadero propósito de la vida es buscar la felicidad”. Según él, esta se consigue al educar o disciplinar la mente y el corazón.
Ricky Martin canta “Vivir la vida loca” la letra de su canción en español dice:
La reina de la noche
La diosa del vudú
Yo no podré salvarme
¿Podrás salvarte tú?
 
La tela de la araña,
La uña del dragón
Te lleva a los infiernos
Ella es tu adicción.
 
Te besa y te desnuda con su baile demencial,
Tu cierras los ojitos y te dejas arrastrar,
Tú te dejas arrastrar
Ella que será
She’s livin’ la vida loca.
Y te tolera,
 
Si de verdad te toca.
Ella es tu final,
Vive la vida loca
Ella te dirá
Vive la vida loca
Vive la vida loca
She’s livin la vida loca.
 
Los mensajes satánicos del mundo inspiran a su manera a buscar la felicidad, a vivir fuera de todos los parámetros instituidos por Dios, fiestas, orgias, drogadicción, todo esto que conlleva a disfrutar de lo mundanal no son mas que semillas de destrucción para un mundo confundido que busca la tan ansiada felicidad.
Muchos mensajes destilan de los labios de los poetas, sabios, pensadores, genios, escritores ofreciendo una y otra oferta barata de la felicidad, pero todo esto se acaba algún día, aún los cuerpos de los grandes faraones, emperadores, monarcas, reyes y ricos yacen en sus tumbas como testigos mudos de la realidad de la vida. La felicidad de los hombres se desvanece, los grandes logros que muchos alcanzan después de la mucha fatiga o el mucho estudio son como el tamo que arrebata el viento.
 
Jesús nos dice en el libro de Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. La palabra bienaventurado, MAKARIOS, significa dichoso o feliz.
Jesús dio comienzo al sermón del monte con las así llamadas «Bienaventuranzas» que todo el mundo conoce (Mt 5.3:12). Las Bienaventuranzas constituyen un programa de vida que desafía a la filosofía del mundo.
Para ser pobre en espíritu hay que desprenderse de algo. ¿De qué? La riqueza de la que deba desprenderse el que quiera ser «pobre en espíritu» no es necesariamente la riqueza material, sino la riqueza del yo, del ego. Es decir, la autosuficiencia del que está satisfecho de sí mismo, del que está lleno de orgullo (y ¿quién no lo está?), la soberbia del que tiene una alta opinión de sí mismo (y ¿quién no la tiene o trata desesperadamente de tenerla y de que los otros la tengan?). Aquí es donde vemos cómo esta bienaventuranza choca con la mentalidad usual.
Habría que preguntarse ¿por qué Jesús comienza a exaltar la pobreza en espíritu, que es humildad, y no el amor al prójimo, o la misericordia o la pureza de corazón, o alguna otra virtud? Porque la pobreza en espíritu es condición indispensable para recibir el mensaje del evangelio, esto es, para creer y entrar en el reino de Dios. El que es pobre en espíritu, acepta el mensaje de Jesús y cree. El que no lo es, exige pruebas, argumentos, razones. Esto es algo que vemos todo el tiempo, y es una de las razones por las que mucha gente de gran cultura, conocimientos e inteligencia, no acepta el evangelio. Esas personas no son pobres sino ricas en espíritu, y esa riqueza (que el mundo tanto valora) es un obstáculo para la fe. El que es rico en virtudes, en cualidades morales, no está dispuesto a admitir que tiene necesidad de arrepentirse, de ser perdonado, o de ser enseñado por otro quizá menos sabio o culto que él. ¿Para qué? Si él es bueno, si no hace mal a nadie, sino todo lo contrario, practica la caridad y lleva una vida honesta, salvo uno que otro pecadillo sin importancia, un poco de política aquí o allá no debe ser tan malo, según cree. A él se pueden aplicar las palabras que dirige el Espíritu al ángel de la iglesia de Laodicea en Apocalipsis: Tú dices: «Yo soy rico y me he enriquecido; y no sabes que eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.» (Ap. 3.17).
 
Spurgeon escribió:
“¡Adviertes sobre qué frágiles pilares este hermoso palacio tuyo es erigido! ¿Estás sano?, ¿Eso es la base de todo?, y tú ¿Eres feliz? Pero supón que cayeras enfermo. O supón que esos cuantos cabellos grises pronto se multiplicaran, ¿dónde estará tu júbilo? O si tu riqueza tomara alas y volara lejos, ¿qué pues? Si vienes delante del Señor en juicio ¿qué pues? Oh, señor, este frágil cimiento se va; no es adecuado descansar tus eternas esperanzas sobre él. Eres como un niñito edificando su pequeña casa de arena junto al mar; la marea viene subiendo; ¡oh, niño, deja tu arena y huye de las olas! Hay una roca sobre la que puedes construir con piedras sólidas una casa eterna, un palacio de felicidad que no se disolverá nunca. ¡Vete para allá!
Ahora, ustedes, pueblo cristiano, si alguno de ustedes es infeliz, yo desearía poder predicarle a partir de allí recordándole este texto, pero como no puedo, lo dejo en las manos del Espíritu Santo. Si te acercas a Dios serás tan feliz como los días son largos en mitad del verano, tus dudas y miedos huirán, y serás tan dichoso como las aves del aire.
Y ustedes, cristianos felices, ustedes del ojo brillante y del paso elástico, podrían ser más felices todavía acercándose más a Dios y permaneciendo en más plena comunión con Él; y aunque tú ya estás cantando,
“Cuán feliz es la porción del peregrino”,
Serás todavía más bendecido si te vuelves más obediente, más sumiso a la voluntad divina, si estás más en sintonía con Jesús, y más permanentemente en comunión con el Padre”.
 
 
 
Los creyentes tenemos hambre y sed, pero no para alcanzar nuestra felicidad o justicia, pues ya nos fue dada por Cristo, en gracia sobre gracia, sino para ser testigos del poder de salvación que el evangelio dispone para todo el que crea en Él. ¡Qué feliz es vivir para Dios y depender del poder de su amor!
El Señor nos llama a un estilo de vida de sobriedad, a no dejarnos llevar por la cultura del consumo. Se trata de buscar lo esencial, de aprender a despojarse de tantas cosas superfluas que nos ahogan. Desprendámonos de la codicia del tener, del dinero idolatrado y después derrochado. Pongamos a Jesús en primer lugar. Él nos puede liberar de las idolatrías que nos convierten en esclavos y no permitirá que nos falte nada. Cuando buscamos el éxito, el placer, el poseer en modo egoísta y los convertimos en ídolos, podemos experimentar también momentos de embriaguez, un falso sentimiento de satisfacción, pero al final nos hacemos esclavos, nunca estamos satisfechos, y sentimos la necesidad de buscar cada vez más.
 
Los ricos han de desapegarse de sus posesiones materiales y los pobres materiales del deseo de poseer los bienes materiales que no tienen. Esta es la esencia de la pobreza del espíritu. Dios, solo quiere de los ricos materiales, que le amen a Él, más que a sus riquezas cosa que desde luego, es bastante difícil de lograr en un rico material. Y del pobre material, quiere Dios que le ame más a Él, que al deseo que tiene de poseer los bienes materiales, con los que sueña.
 
Nuestra alma dice: “¡Dicha! No la esperamos aquí, es allá junto a Dios que la dicha ha de ser encontrada.” “¡Riqueza! Nadie es rico en la tierra, las riquezas y el verdadero tesoro está en la gloria.” “¡Amor! El amor no encuentra un objeto apropiado aquí; nuestro afecto está puesto en las cosas de arriba, donde Cristo mora a la diestra de Dios.”
 
Nuestros deseos deberían de ser cambiados por las experiencias que ya hemos vivido, seguir anhelando las mismas cosas después de conocer las respuestas que nos da la vida, los que nos rodean, los que se dicen ser hermanos amigos o nuestros propios familiares, deberían de marcar un antes y un después. ¿Quisiéramos seguir deseando las mismas cosas para fabricar nuestra felicidad?
Todos quisieran un camino que conduzca al éxito, nadie quisiera ser engañado ni quisiera equivocarse por tanto persigue la verdad y finalmente el hombre se ama de tal manera que sueña con la fuente de la eterna juventud, ama la vida no desea morir. Jesús dice “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, las tres cosas que el ser humano busca, son las que Jesucristo ofrece.
 
El secreto de la verdadera felicidad
Proviene no del hecho de obtener más, sino de desear menos
No es dejar de preocuparse, sino preocuparse de algo diferente
Los problemas no necesitan ser quitados de nosotros para ser felices
No se logra por desear más u obtener más, sino por hacer más
Viene de aprender a aceptar la voluntad de Dios como lo mejor
La máxima felicidad proviene del conocimiento de Dios (Ap. 21:22-23)
 
Dios quiere que seas feliz, pero la felicidad no la encontrarás en ningún lado ni en ningún otro, sino en Él, quien tiene al Hijo, tiene la vida, quien tiene a Jesús sus cargas son más ligeras, quien tiene a Jesús puede descansar, quien tiene a Jesús tiene paz y esa paz sobrepasa todo el entendimiento.timthumb
 

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