Dios es un Dios de propósito. El no obra al azar ni por capricho.
”Ningún juicio, castigo o reprensión responden al capricho divino. Siempre son fruto de la justa respuesta de Dios al pecado y la rebelión. Dios nos ama y permite la calamidad sólo como último recurso para restaurar la justicia”. El juicio de Dios no es una simple expresión de Su ira, sino un acto de justicia y amor. El juicio de Dios viene a menudo seguido por la compasión y la restauración a causa de su amor. Dios no desaprovecha el sufrimiento, pues Dios siempre tiene propósitos. Nosotros en consecuencia debemos aprender a no desaprovechar nuestras aflicciones.
Jerusalén la otrora ciudad gloriosa estaba reducida a ruinas y desolación: ¡Cómo ha quedado sola la cuidad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, la señora de provincias ha sido hecha tributaria” Lamentaciones 1:1. Esa situación comprimía y quebrantaba el corazón de Jeremías, quien lloraba con amargura y dolor inconsolable por el estado de devastación en que se encontraba Jerusalén: “Porque muchos son mis suspiros, y mi corazón está adolorido.” Lamentaciones 1:22b. En el corazón de Jeremías resonaban las voces de los niños hambrientos, el horror de las mujeres que cosían sus propios hijos para comérselos, las cenizas del templo reducido a escombros, y de la ciudad deshabitada y desolada a causa del cautiverio y exilio del pueblo.
Quizás en algún momento hemos criticado a Jeremías como el profeta llorón, pero su sufrimiento no era por el deseo de no obedecer mas a Dios, sino por la tristeza de un pueblo que desoía la voz de Dios.
Mi pregunta es: ¿Sufrimos por el que no quiere oir, por el que no atiende al llamado de amor de Dios? ¿Estamos verdaderamente quebrantados por los muchos que vagan sin paz, criticandolo todo mientras se desmoronan sus muros, templos e instituciones frente a sus ojos, mientras se llevan cautivos a sus hijos por no humillarse ante Dios?
Es estéril “entregarse a las quejas y la murmuración” cuando se está sufriendo debido a los propios pecados. En lugar de quejarnos por las consecuencias de nuestras equivocadas acciones y errores, “escudriñemos nuestros caminos y explorémoslos, y volvámos a Jehová”. Lo más sabio es arrepentirse y rectificar nuestra conducta Lamentaciones 3:39-42.
¿Hemos hecho confesión por los pecados de todos?
Alguien dirá, ¿Por qué voy a confesar pecados por otros, por qué me voy a afligir por otros o dejar de dormir por otros?
Aprendamos de Daniel, ¿Cuántas veces pide perdón incluyendose en la suplica a Dios, cuando él era un varón recto? cuente cuantas veces usa la palabra “hemos”.
Y oré al SEÑOR mi Dios e hice confesión y dije: Ay, Señor, el Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para los que le aman y guardan sus mandamientos, hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho lo malo, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos escuchado a tus siervos los profetas que hablaron en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Al Señor nuestro Dios pertenece la compasión y el perdón, porque nos hemos rebelado contra El. Daniel 9:4-6,9
¿Me incluyo yo en la caída de mi hermano, de mi pastor o la decadencia de la iglesia?, si no es así mucho menos lo haremos por el resto del mundo.
Si Barrabás tomó el lugar de Cristo, para que Cristo tomara el lugar de Barrabás, ¿Tomarías tú el lugar del drogadicto, del borracho o ladrón? ¿Tomarías el lugar del pecador, sufrirías por él y/o orarías en su lugar por intercesión?
Dios nos sensibilice, para llorar verdaderamente por la condición en la que nos encontramos y en la cual se encuentra todo el mundo y podamos ser moldeados a la manera de un siervo que tenga pasión y compasión por las almas (Mateo 9:36-38)
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Lamentaciones 3:22-23
Pastor David Fuentes