Un día una hermana en Australia fue a hablar con su pastor y le dijo, “Pastor, creo que Dios me está llamando al ministerio, ¿Qué debo de hacer?
El pastor le contestó: “Ore para que Dios le de claridad al respecto”, ella se fue a su casa y comenzó a orar. Al parecer Dios quería que ella hiciera algo específico.
Un día ella se fue a comprar unas tarjetas y en cada una de ellas escribió este mensaje:
“Le invito a mi casa a tomar un té, y conversar por un rato”
Con un montón de tarjetas fue hacia la Universidad y la puso en la cafetería y en la biblioteca. La hermana prosiguió a preparar el té a su casa. Nadie llegó ese día ni en los siguientes, pero ella igual preparaba el té esperando que alguien viniera.
Después de quince días apareció un estudiante de Indonesia tocando a la puerta, así que ella le invitó a entrar, le sirvió el té y lo escuchó.
Al siguiente día ese estudiante contó a sus amigos en la Universidad lo que había acontecido: “No me van a creer, conocí ayer a una señora que es igual a mi abuela”
Desde ese día, muchos alumnos comenzaron a asistir.
Dios le dio este ministerio a esta hermana por 10 años, cuando ella falleció, había por lo menos 70 personas dispuestas a llevar su ataúd, estudiantes de distintos países, que al ir a su casa conocieron a Cristo, ella les servía el té y les compartía el evangelio.
¿Y tú?
Hay muchas cosas que tú puedes hacer… solo pide en oración a Dios que te enseñe, cómo debes de hacerlo y predica su Santo evangelio.
Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. Abriré mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos, las cuales hemos oído y entendido; que nuestros padres nos las contaron. No las encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y las maravillas que hizo. Él estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos. Salmo 78:1-7
Pastor DF